Kairós
Proyecto fotográfico
Digital y 35mm

"Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.
  





Raquel se mueve en el umbral del tiempo suspendido. Su cuerpo es una danza viva que refleja la penumbra de "Kairós", cada gesto es un eco de algo antiguo e invisible, un presagio de lo que es más suyo, su piel, lenguaje de lo inefable, destino hacia la otra danza, la del rito, la revelación, y la resurrección. "Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.


Adriana se protege a si misma con las manos. Ellas expulsan centellas que son reflejo del misterio de "Kairós", cada respiro, cada latido, es la elegía a un momento desdoblado e infinito, historia antigua y proyección futura. Descripción de lo que no se puede decir con los labios. "Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.


Ami se realiza "Kinbaku-bi" o "Shibari", que aproximadamente se traduce como "la belleza de atarse fuerte", dejarse amarrar es ponerse a merced de tus otras manos, liberarse de todo lo que es tuyo, para luego entrar en el peligro oscuro, el peligro cálido, el peligro cuidado. Las manos que te atan son tu otra persona. "Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.




Guillermo habita un espacio que como él, palpita. Hay en el aire una especie de espera que también es sorpresa, un instante distinto, un descanso que oportunamente nunca llega, marcas que son perceptibles únicamente con atención, y al final, el punto dentro de ese lugar cotidiano que se convierte en misterio, y se expande. "Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.

Eli se funde con las sombras de sus plantas, su platica es amable y profunda, la luz del atardecer pega fuerte, favorece lo que se ve y lo que se oculta, todo es evidencia de un poder más grande, algo divino, el cuerpo es su reflector. "Kairós" no mide el tiempo, lo pliega, lo desgarra, lo ofrenda. Y en ese abismo el tiempo es el cuerpo, el destino.